IA General

¿Qué es la IA General y por qué no hay que temerle?

Mucho antes de ChatGPT, la inteligencia artificial ya despertaba asombro… y miedo.

En 1956, durante la célebre conferencia de Dartmouth en Estados Unidos, los científicos Allen Newell y Herbert A. Simon presentaron Logic Theorist, un rudimentario sistema capaz de demostrar teoremas matemáticos. Así nació oficialmente la inteligencia artificial.

Por décadas preguntas como “¿nos reemplazarán?”, “¿nos controlarán?” o “¿podrán imitarnos?” parecían propias de la ciencia ficción. Sin embargo, la irrupción de la IA generativa -capaz de redactar textos, crear imágenes o resolver problemas complejos- llevó esas inquietudes a otro nivel.

Aun así, expertos insisten: herramientas como ChatGPT siguen siendo asistentes limitados, sin conciencia ni comprensión profunda. El concepto que realmente enciende alertas es otro: la Inteligencia Artificial General (AGI), una forma avanzada de IA capaz de razonar, aprender y adaptarse como lo haría un ser humano.

Los temores resurgen. Incluso Ilya Sutskever, cofundador de OpenAI, dijo recientemente que “deberíamos construir un búnker” antes de lanzar una AGI. Aunque esta frase fue metafórica, revela una preocupación real: avanzamos tan rápido que es urgente reflexionar sobre las implicaciones sociales del cambio tecnológico.

¿Estamos cerca de convivir con máquinas que piensan como nosotros o exageramos el miedo a lo desconocido?

Especialistas consultados por Innovación GS coinciden: aunque el camino hacia la AGI aún es largo, tenemos más razones para mirar al futuro con inteligencia y esperanza que con paranoia.

Primero, ¿qué es la AGI?

La AGI es una inteligencia artificial con la capacidad de realizar cualquier tarea cognitiva humana: entender, razonar, aprender y adaptarse a distintos contextos. A diferencia de la IA actual, no está limitada a tareas específicas.

Según Emilio Saldaña, “Pizu”, periodista especializado en tecnología, la AGI no solo responderá preguntas o generará textos, “también tomará decisiones estratégicas y resolverá problemas como una persona”.

Entre sus principales características destacan:

  • Versatilidad: aprende y se adapta a tareas nuevas sin entrenamiento específico
  • Razonamiento abstracto: comprende contextos complejos y resuelve problemas generales.
  • Autonomía: toma decisiones por sí misma en distintos entornos.
  • Automejora: aprende de su experiencia y se vuelve más eficiente con el tiempo

El miedo es natural… pero no definitivo

Para “Pizu”, el temor a la AGI tiene raíces profundas, casi evolutivas, “durante siglos hemos sido la especie dominante del planeta. Pensar en un ente que nos iguale o nos supere, y que además fue creado por nosotros mismos, genera una inseguridad con la que apenas estamos aprendiendo a lidiar”.

Nancy Salazar, experta en Tecnologías de la Información y fundadora de la startup tekis.services, coincide: “el miedo a una tecnología que ‘piense como humano’ proviene de la incertidumbre. Se especula sobre qué haremos cuando las máquinas realicen nuestras tareas, pero ese escenario es lejano. La sociedad evolucionará junto con la tecnología; nuestras tareas serán otras y nos adaptaremos al cambio”.

Una realidad lejana, pero esperanzadora

La comunidad científica aún no define con certeza cuándo la AGI será una realidad. Las proyecciones varían entre 5 y 30 años.

“Pizu” considera que podrían pasar de 10 a 15 años antes de que la AGI se integre a la vida cotidiana. “Se logrará. No tan rápido como muchos creen, pero lo veremos. Lo importante será acercarnos a ella con prudencia: reconocer límites y aprender a utilizarla con seguridad”.

Nancy Salazar añade que hoy la AGI “está en pañales” y que el proceso requerirá tiempo, validaciones y una regulación clara. “Antes de pensar en su uso comercial, será necesario establecer normas para su desarrollo y operación responsable”.

Ambos coinciden en que la competencia entre Estados Unidos y China acelerará el desarrollo, pero también impulsará la creación de marcos legales más estrictos. “Debe promoverse la innovación sin frenar el desarrollo, pero con responsabilidad y mesura”, señala “Pizu”.

Salazar concluye: “la AGI cambiará nuestra forma de trabajar, de aprender y de relacionarnos. Lo que hoy vivimos con la IA generativa es solo el primer paso. Y aunque impone retos, también abre nuevas puertas para la evolución humana”.

“Pocas generaciones tienen el privilegio de presenciar avances que transforman la historia. A nosotros nos está tocando -remata Emilio Saldaña- y más que miedo, deberíamos sentir emoción. Será increíble ver cómo todo esto cobra vida”.

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