Rituales de lectura

Rituales de la lectura

Nunca dos personas leyeron el mismo libro.

Edmund Wilson

Interpretando la frase anterior, podemos decir que el acto de leer es tan personal como cada persona que existe en el mundo. La experiencia de leer va mucho más lejos que cambiar páginas, implica un ritual personal; los amantes de la lectura preparan ese espacio temporal cuidadosamente, un rinconcito íntimo e intocable. Es entonces, que el lector se alista para tener una cita especial en la que todo puede suceder; un mágico encuentro donde la incertidumbre se convierte en la más emocionante espera.

Emily Dickinson, escritora norteamericana expresó: “No hay mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas”. De las personas que gozaban leer, Cervantes, autor de Don Quijote de la Mancha opinaba que "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho".

Sin embargo, si nos preguntan por qué lo disfrutamos, solemos enfocar la respuesta en las historias que los libros nos relatan, y pasamos inadvertido el hecho de que el disfrute que conlleva el mismo acto; leer está completamente relacionado con las acciones que se realizan antes durante y después de la lectura, esos son los rituales de la lectura.


Comenzando por elegir un libro. En el ámbito personal, la experiencia es variopinta. En la famosa obra El principito, se hace una reflexión sobre los rituales: “¿Qué es un rito? -dijo el principito. -Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días.” Es justo eso el regalo que un libro puede dar. Entonces, una pregunta interesante sería ¿qué te evoca leer?


"El ritual de leer" comienza desde la adquisición del objeto mismo, en el cuál todos los sentidos se juntan para hacer una cuidadosa selección. Es entonces que comienza la degustación: la vista emprende su búsqueda, el librero, una biblioteca o los estantes de una tienda, dan la bienvenida a los ojos con una fiesta de colores, texturas y tamaños; el olfato se deleita con el olor a tinta fresca, de reciente impresión, o al inigualable aroma de libro viejo; los oídos son llamados por el sonido del paso de las páginas. Al final, las manos realizan lo que los demás sentidos no pudieron; probar su existencia con atrevimiento, haciendo de los sentidos uno solo.


Con la evolución de la tecnología y las nuevas herramientas para leer, estas dinámicas han cambiado. De hecho, la computadora toma cada vez más el lugar del libro. Si bien, los beneficios de Internet han contribuido ampliamente en todas las áreas, hay momentos que solo el libro-objeto puede regalarte.


Pensemos en un sillón con una lámpara que descansa en un buró, en el que fácilmente colocamos una taza de café o un separador, imaginar que la luz de Luna entra por la ventana y es momento de liberar los pies de esos zapatos que has esperado ansiosamente quitar durante todo el día para colocarte tus pantuflas o simplemente dejarlos respirar en el suelo, donde inexcusablemente encontrarán alivio. Te preparas y tomas tu libro y, agradeces, que no sea una pantalla más en tu día.


Así, la experiencia lectora es tan diferente como emocionante, incluso, el momento y el lugar donde leamos esa historia, le dará algo completamente diferente, así como la edad del lector, por ejemplo, su experiencia y contexto.


Por eso, descubrir un libro en un marco específico espaciotemporal, y releerlo años después, sabe diferente. Un libro gusta o disgusta porque en ese proceso de entendimiento, nos dice algo de nosotros. La empatía que generamos dentro de esa relación, sin excepción se da de una u otra forma.


Y es ese ritual de apropiación y deleite, en el que lo concebimos parte de nuestra vida, con la esperanza de que tales palabras se conviertan en experiencias y enseñanzas de vida.



¿Cuál es tu ritual de lectura?

¿Qué es lo mejor que un libro te ha dado?

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